La carpintería de ribera se ocupa, desde tiempo ancestral, de realizar las embarcaciones que se encargarán de llevar a la mar y volverlas a traer de manera segura a las personas que realizan tareas de pesca y transporte fundamentalmente. Pese a ello, desde siempre también ha convivido en mayor o menor medida con la navegación de recreo.
Esta profesión es también la historia de una lucha denodada contra las fuerzas de la naturaleza, y hasta épocas recientes las únicas armas con las que luchar eran las que ésta misma proveía.
Una embarcación no sólo tiene que tener un casco estanco sino, en la mayoría de los casos, también una cubierta, que proteja a la propia nave y sus elementos de la inundación, así como a la tripulación, carga y el pasaje en su caso.
Esa estructura tendrá que ser suficientemente fuerte para resistir la fuerza de la mar y el viento, y a la vez ligera para poder llevar a cabo su función.
Incluso cuando los barcos se encuentran en reposo en un puerto están sometidos a la acción implacable de la intemperie, el ataque de la electrolisis a los metales en inmersión y al incesante intento de los organismos marinos de adherirse a la obra viva.
Y para terminar con las exigencias de la construcción naval, hay que mencionar la armonía y belleza de líneas que se considera también esencial en la producción de una embarcación, especialmente las de recreo.
La aparición de materiales nuevos en las últimas décadas ha revolucionado completamente el mundo de la construcción naval. Con el advenimiento de la fibra de vidrio, de repente, había sistemas nuevos de crear un casco estanco. Esto relega las embarcaciones de madera a un segundo plano y en países como el nuestro las hace prácticamente desaparecer de los puertos.
Por suerte, esta diversidad de resinas, fibras y otros materiales de alta tecnología en conjunción con la madera, hacen también que las embarcaciones del pasado puedan seguir construyéndose, aunque llegando a nuevas cotas en cuanto a ligereza y resistencia.